Opinión

La calle en el partido

La transformación no es ni será únicamente una espontaneidad pero sí puede tener algunos de sus rasgos. Toda transformación siempre presenta unas resistencias al cambio que vienen dadas por una naturaleza del sentido común natural o artificial. Si la calle donde surge la transformación se vacía, y el por ende el partido se llena de ella, no es cierto que toda la calle se vacíe sino que será aquella parte más implicada y más movilizadora de esa transformación la que abandone la calle.

La calle más crítica y puritana, no siempre es la más transformadora. Sin embargo, esa crítica a su renuncia a las herramientas del poder, como son el Estado, las instituciones, la Justicia o los medios de comunicación debe ir acompañada de una proposición de colaboración, tender la mano, para que sin que esa calle renuncie a sus postulados, acompañe con la crítica y el empuje la impregnación política en una nueva fuerza que sume una mayoría. No se trata de atraer a esa calle a tus postulados, sino de encontrar una conversación y discurso común, transversal pero que vaya a lo concreto. Pretender que dentro de una lógica universal sobre el funcionamiento del mundo ya instalada en el sentido común e imaginario de la gente, se pueda transformar una sociedad es una utopía. Y ojo, es una utopía que merece la pena luchar e incluso morir por ella. Pero la realidad y actualidad es aplastante, y sin alternativa ese debate es marginal. Por lo tanto, lo concreto y las propuestas deben ir acompañadas de la propia realidad.

En esa conversación de acompañamiento hay roles, que son definidos de forma horizontal y en la que la realidad, lo concreto y los largos plazos conviven con las contradicciones. En el caso de la movilización, aunque deseable, ésta no puede ser constante sino más bien como la marea del mar que no todo es espuma y oleaje sino también, repliegue. El temor del anterior postulado, viene acompañado por la lógica de lo inmediato, de la productividad y la necesidad de la monetización inmediata; cuando bien sabemos, que ninguna transformación ni es espontánea ni inmediata.

Los roles vienen definidos por la fortaleza e ideales de cada representación pero si el objetivo es el mismo, cada uno debe asumir su propio rol, delegando y confiando en los otros; sin olvidar la crítica pero acompañando en la creación de esa fuerza y conversación común que como la lluvia fina irá calando poco a poco. No basta con esto. Si bien es cierto que el poder tiene todos los medios y esbirros a su alcance, no con ello se contenta y se relaja sino que va creando instituciones, organismos, fundaciones, economistas, jueces, periodistas, etc que utilizando de nuevo la metáfora de la lluvia fina, va calando en el ideario y realismo cotidiano de la gente.

La calle no puede ser solo movilización, debe promover iniciativas ecológicas, feministas, animalistas, fundaciones de pensamiento, debate, dar la lucha por la cultura. Aquí es donde entra la tesis de la batalla larga que debe dar el partido. Es por lo anterior, que no puede renunciar a las estructuras de poder y entregárselas al enemigo porque ello se traduce a ser marginal, a decir la verdad y que nadie la escuche. Sin embargo, el partido debe poner más fuerza en la batalla larga que es la conciencia, la calle y el derecho la información; que en las batallas cortoplacistas, electorales o de espuma en términos marítimos usada como metáfora.

La fuerza y energía del partido, la conversación y el acompañamiento deben inclinarse por dar la batalla larga. Por construir y facilitar las herramientas a cooperativas, a grupos o individuales que poco a poco converjan en una suerte de alternativa mayoritaria al pensamiento establecido y mainstream que no sea marginal.

La fuerza y energía del partido, la conversación y el acompañamiento deben inclinarse por dar la batalla larga. Por construir y facilitar las herramientas a cooperativas, a grupos o individuales que poco a poco converjan en una suerte de alternativa mayoritaria al pensamiento establecido y mainstream que no sea marginal. Un ejemplo de batalla corta y estéril es inclinar la balanza de fuerzas, energías y recursos en algo tan efímero como una campaña electoral, publicidad en redes sociales o grandes inyecciones de recursos en viejas concepciones del Siglo XX. Esto no implica abandonar esas batallas sino establecer otra jerarquía de recursos y energías. Las nuevas tecnologías facilitan y abaratan conversaciones que antes, décadas atrás, eran imposibles de difundir.

Las nuevas tecnologías permitirían conectar en una especie de red online progresista nacional e internacional que los grandes, medianos y pequeños sectores que forman parte del ideario progresista. Aquí tendríamos radios online alternativas, diarios online, blogs, canales, programas, tertulias, entrevistas, cooperativas y todos aquellos debates y círculos de pensamiento crítico, objetivo y alternativo que comparten un camino distinto al de la monetización inmediata, productividad o competitividad a cualquier precio.

Las diferencias surgen por las apuestas entre batallas largas y cortas o profundas y superficiales. Pero siempre hay un común denominador y un nexo por el que empezar a caminar hacia la utopía.