España

Tambores de democracia. La batalla ideológica para la salida a la crisis.

Tambores… Tambores en lo profundo. No podemos salir. Una sombra se mueve en la oscuridad. No podemos salir. Ya vienen…

El anterior párrafo no es de ninguna película marxista o de índole chavista-bolivariana, ni sus tambores son percusión comunista. Ya le gustaría a la derecha de este país. En realidad, es del Señor de los Anillos: La Comunidad del Anillo. La derecha encabezada por el trifachito tiene clara que la “solución” a la crisis pasa por derribar al gobierno pro-comunista. Para ello vale todo. Desde fotografías en blanco y negro posadas con semblante tristón hasta lágrimas de rimmel de cocodrilo en la que cada víctima de la pandemia supone un puñado de votos a los que no pueden ni van a renunciar. Es repugnante.

(La ultra ultra derecha)Votaron junto con Holanda en contra de los eurobonos en el Parlamento Europeo, se opusieron a bajar las dietas y sueldos de los diputados en plena crisis y están en contra de los aplausos a los sanitarios de las ocho de cada tarde. La solidaridad es algo que les sobra y molesta.

Resulta que los tambores de democracia empiezan a sonar y eso disgusta, y mucho, a la ultra derecha. Las declaraciones del Papa Francisco acerca de la, evidente, necesidad de una renta universal no gustaron en la casposa y parasitaria ultra derecha de nuestra patria. Cuando Abascal se refiere al Papa Francisco como el ciudadano Bergoglio, refiriéndose a éste por su apellido, lo que quiere transmitir es el mensaje a la ciudadanía de que no se puede permitir ninguna acción social que alivie el desastre de la pandemia porque todas ellas son comunistas vengan de quien vengan. Y es evidente que el Papa Francisco no es de su agrado. Votaron junto con Holanda en contra de los eurobonos en el Parlamento Europeo, se opusieron a bajar las dietas y sueldos de los diputados en plena crisis y están en contra de los aplausos a los sanitarios de las ocho de cada tarde. La solidaridad es algo que les sobra y molesta.

Pero la caridad es vertical y no ahonda en la raíz del problema ni aporta soluciones solo palia los daños como una anestesia sin llegar a curarlos. Es por ello que la solidaridad, como es horizontal, ataca las causas y propone soluciones a los problemas de la sociedad.

Ellos son más partícipes de la caridad. Pero la caridad es vertical y no ahonda en la raíz del problema ni aporta soluciones solo palia los daños como una anestesia sin llegar a curarlos. Es por ello que la solidaridad, como es horizontal, ataca las causas y propone soluciones a los problemas de la sociedad.

En esta dirección, surgió la mencionada renta universal que el Papa defendió y que Unidas Podemos se esforzó porque el gobierno la llevase a cabo. Porque es de sentido común. Hace escasos días, Anticapitalistas presentaba una propuesta al Parlamento Europeo llamada tasa covid-19. Ésta es un mecanismo que permitiría socializar los beneficios obtenidos por las multinacionales y grandes fortunas, en lugar de socializar las pérdidas como se hizo en la crisis financiera de 2008. En un artículo de uno de los diputados europeos por Anticapitalistas, Miguel Urbán detalla como se aplicarían estas tasas y sobre qué fortunas. Ya vimos como en la anterior crisis las grandes fortunas se negaron a pagar la recuperación económica, aún pendiente en España, en un consenso hegemónico de culpabilización a la sociedad por “haber vivido por encima de sus posibilidades”.

Por otro lado, Más País presentó una propuesta para evitar el rescate de aquellas empresas que estén registradas y tributen, evadiendo impuestos, en paraísos fiscales como ya se ha hecho en Dinamarca, Francia y Polonia. El Ministerio de Finanzas de Dinamarca declaraba que “Las empresas basadas en paraísos fiscales de acuerdo con las directrices de la Unión Europea no pueden recibir compensación, en la medida en que sea posible cortarlas según la legislación de la UE y cualquier otra obligación internacional”.

Todas estas propuestas apuntan a una democratización de la salida de la crisis basada en la solidaridad europea y una justa distribución de la riqueza. No es posible que el pueblo tenga que volver a ser quien cargue sobre sus espaldas otra crisis.