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La España imperial vigente que perdura con México y América Latina

«Como andaban los tristes españoles con perros bravos buscando y aperreando los indios, mujeres y hombres, una india enferma, viendo que no podía huir de los perros que no la hiciesen pedazos como hacían a los otros, tomó una soga y atóse al pie un niño que tenían de un año y ahorcóse de una viga. Y no lo hizo tan presto que no llegaron los perros y despedazaron el niño, aunque antes que acabase de morir lo batizó un fraile […] En este reino, o en una provincia de la Nueva España, yendo cierto español con sus perros a caza de venados o de conejos un día, no hallando qué cazar parecióle que tenían hambre los perros, y toma un muchacho chiquito a su madre y con un puñal córtale a tarazones los brazos y las piernas, dando a cada perro su parte.»

Así escribía Bartolomé de las Casas, en una carta al reino de España, sobre los crímenes cometidos por los conquistadores españoles durante la llamada Conquista de América. Una de las muchas evidencias ignoradas por aquellos que por desconocimiento o interés borran de su análisis y argumentarios para reforzar su posición patriótica envuelta en la llamada Leyenda Negra.

Pero, ¿cómo va a conocer la gente de los pueblos y ciudades de España la historia de la Conquista si ni siquiera se conoce ni se ha permitido escribir la realidad de la Guerra Civil? A razón de la carta del presidente de México, AMLO, hace algunas semanas, conviene reflexionar sobre las posibilidades que esta acción del mandatario mexicano ofreció como una nueva oleada de oportunidades para entablar de tú a tú una nueva relación, estrechando los lazos entre España y Latinoamérica en lugar de continuar con la linea imperial que continua desde la larga noche de los 500 años, como decía el movimiento zapatista, con una actitud paternalista y de superioridad siempre bajo la aprobación de los halcones de Washington y sus intereses.

Ha sido una ocasión magnífica perdida. Una oportunidad para reescribir una parte oscura de la historia de España entre México y el Reino de España, entre España y los pueblos latinoamericanos. Ya lo dijo recientemente la administración de EEUU en palabras de John Bolton “no nos da vergüenza hablar de la doctrina Monroe”, refiriéndose así a América Latina como su patio trasero. ¿Por qué no hay política de estado con América Latina más allá de los intereses económicos de las empresas españolas afianzadas en dicha región? Sencillamente no interesa. Las presiones de las multinacionales funcionan y lleva siendo así desde hace más de ochenta años con ejemplos como la estadounidense United Fruit Company o los golpes de estado por la CIA a gobiernos legítimos socialistas en Latinoamérica. La linea continua y atemporal está vigente en forma de nuevos conquistadores: las multinacionales. España, incapaz de escapar de la crisis, de conseguir que la memoria histórica haga justicia y se cuente el relato que le corresponde, tampoco es capaz de tener un gesto histórico con una nación hermana como lo es México. Ni si quiera entre gobiernos supuestamente progresistas de Sánchez y AMLO.

El ruido de la derecha española siempre va a estar ahí. Siempre gritarán alto los que se hacen fotos a lo Pizarro enalteciendo el orgullo del imperio español mientras que a la par se pliegan ante los intereses económicos neo liberales de EEUU. Una contradicción precisamente porque es con aquellos que fueron parte del fin del imperio, véase Cuba (1898), y los mismos que nunca han reconocido la ayuda española en la guerra de la independencia frente a los británicos. Vemos una suerte de ruleta rusa que se repite una y otra vez haciendo que el hilo de continuidad imperial siga vigente aunque se manifieste en forma de mercado y no de la espada con la cruz.

España ya pidió perdón a la comunidad sefardí por su expulsión en 1492 y nadie se escandalizó. ¿Por qué no hacer honor a la memoria, la justicia y los pueblos latinoamericanos? La carta de AMLO no era una llamada al resentimiento o la venganza. Sin embargo, también era un aviso para los empresarios españoles que presuntamente algunos de ellos pudieran haber obtenido contratos de negocios en tierras mexicas de forma ilícita. El orgullo español, ese sentimiento rancio y sin carácter regenerador, siempre a la defensiva, no va a permitir cerrar heridas, dentro y fuera del país. Cuando en verdad la bandera de muchos de ellos se llama dólar.

El rey de España pronunciándose en respuesta a la carta del presiente mexicano dijo que “La conquista no puede juzgarse a la luz de consideraciones contemporáneas.” pero no es menos cierto que esa contemporaneidad sí que existe a la luz de los intereses de las multinacionales españolas en tierras de México, lugar por cierto donde más empresas españolas tienen negocios sino del mundo de América Latina. Las innumerables disputas entre campesinos o indígenas enfrentados entre sí demuestran de forma fehaciente la soberanía popular y el derecho a la tierra se ve reiteradamente atropellado por los intereses de las multinacionales.

España no tiene voz propia, como Europa, “ni es un actor político ni es nada” como bien dijo un doctor en ciencias políticas al debatir sobre la falta de posición y decisión de una Europa más interesada en la unión de mercados que en la unión de sus pueblos.