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La revolución cubana y sus frentes abiertos en el siglo XXI

«Nacimos en un país libre que nos legaron nuestros padres, y primero se hundirá la isla en el mar antes que consintamos en ser esclavos de nadie.»

Este era el mensaje que mandaba Fidel Castro durante la Revolución Cubana en 1953 a aquellos que pretendían devolver a Cuba a una posición de periferia dentro del colonialismo financiero que años más tarde se conocería como neoliberalismo.

En un marco completamente distinto al de la Guerra Fría y las etapas posteriores como el llamado Periodo Especial, Cuba busca afrontar el futuro para mejorar las condiciones de su pueblo sin entrar en un capitalismo salvaje o sin adoptar modelos estatales como el Chino o Ruso. Es decir, Cuba busca reinventar su propia identidad para acercarla a la actualidad. Las nuevas generaciones ya no están tan cerca de los tiempos de la revolución y las grandes figuras que la forjaron empiezan a desaparecer de la escena política cubana. Los lazos, aunque fuertes, exigen de nuevas medidas para una sociedad que ansía unas reformas democráticas que mejoren la calidad de vida como viene reclamando la izquierda del Partido Comunista desde hace 20 años.


La Revolución Cubana fue un hito en la historia y un proceso genuino porque, a diferencia del resto de países de Latinoamérica cada unos con sus particulares y contextos, supieron leer la situación geopolítica del momento y llevar a cabo un movimiento armado pero del pueblo que logró acabar con la tiranía del dictador Batista. Sin embargo, las contradicciones de Cuba no pasan desapercibidas para nadie. Un ejemplo claro y que podría dar una lección democrática y de derechos humanos a EEUU sería la abolición de la pena de muerte en la isla.

No se puede entender la realidad cubana sin la presión exterior y el bloqueo que dura ya 59 años. Pero tampoco se puede separar la historia de resistencia y sus consecuencias hasta el día de hoy sin el embargo a la isla caribeña. No se puede separar la presión asfixiante al pueblo cubano y no solo a Cuba sino también a toda la región de América Latina. Cuba necesita un cambio, el modelo actual ya no es válido para su gente y requiere una alternativa. Pero ojo, una sin bloqueo económico, sin presiones, sin apoyo a una disidencia por parte de los mismos que asistieron y financiaron golpes de estados, dictaduras o gobiernos genocidas en Honduras, Colombia, Chile, etc. Para que este cambio se de, se debe acabar con el embargo, y solo entonces Cuba, sin presiones ni extorsiones, realizar un debate interno y nacional para decidir su propio destino.

La disidencia cubana, la activa y financiada por EEUU, acude siempre a casos de corrupción de empleados públicos como si eso no existiera en otro país (véase la Gürtel en España o lo más de mil imputados por corrupción del PP) lo cual es pura demagogia para justificar todas las etiquetas que caen siempre en blanco o negro sobre la realidad cubana. Sus manifestaciones de apoyo a gobiernos tan, digamos suavemente, polémicos como los de Colombia de A.Uribe o la actual Honduras que sacó ilegítimamente a Zelaya de su gobierno elegido democráticamente en las urnas o porqué no apoyados por los vecinos del norte siempre interfiriendo en la región Latinoamericana.

Solo los cubanos deberían decidir su propio rumbo político y su modelo de país en unas condiciones justas sin injerencias extranjeras.

«Todo eso, Señores Delegados, esta disposición nueva de un continente, de América, está plasmada y resumida en el grito que, día a día, nuestras masas proclaman como expresión irrefutable de su decisión de lucha, paralizando la mano armada del invasor. Proclama que cuenta con la comprensión y el apoyo de todos los pueblos del mundo y especialmente, del campo socialista, encabezado por la Unión Soviética.

Esa proclama es: Patria o muerte.» (Che Guevara, Discurso en la ONU, 11 de diciembre de 1964)