España

Proyecto de país frente al miedo como oposición política, económica y territorial

Las elecciones del 10N dejaron de llamar al voto contra la ultraderecha (que viene el lobo!) a pasar a ser una suerte de gran coalición de izquierdas zanjada en aquellas dos horas que tantas veces mencionaba el líder de Unidas Podemos durante los meses previos a aquella cita electoral y que nadie levantó el teléfono a su llamada. Ese miedo que fue usado como acopio del voto es ahora arrojado como arma política por la bancada contrincante y todo el entramado empresarial y sus relaciones con el poder como una forma de controlar el relato y difundirlo a todos los rincones de la sociedad para ir creando las bases de un ambiente crispado que otorgue inestabilidad a este esperanzador gobierno progresista.

Este desafío que plantea la oposición, incluidos los medios de comunicación que ya empezaron haciendo la suya, ha de extrapolarse a un ámbito supranacional mediante una correlación de fuerzas dentro de Europa y a su vez que salte hacia América Latina. La Portugal de Marcelo R. de Sousa debería ser la primera visita del nuevo ejecutivo. No es comprensible como España puede haber ignorado durante tanto tiempo a esta nación que sería un aliado fuerte y fundamental de cara a una defensa de la dignidad del sur de Europa. En términos teóricos y políticos, la correlación de fuerzas tanto en el ámbito interno como externo, es fundamental para no solo ganar el relato sino disponer de la suficiente base para hacer frente a los retos del capitalismo financiero y su globalización, la Europa de Alemania o la política exterior y salvaje de los EEUU. Sin embargo, ¿cómo hacer frente a la desnacionalización que Europa y sus élites han interpuesto a sus estados miembro? ¿Cómo un gobierno puede hacer frente a las imposiciones de gasto y posibles sanciones de Bruselas?. El próximo gobierno debe contemplar un plan de país a largo plazo con la ya mencionada correlación de fuerzas con el resto de países del sur de Europa. El gobierno debe recuperar su voz y ello ha de pasar por recomponer sus lazos con los países de América Latina convirtiéndose así en el interlocutor y enlace de Europa con los países del otro lado del Atlántico permitiéndoles conformar una alianza transatlántica, lejos de OTAN, que junto con la cuarta economía europea que es España, y otros posibles actores como Portugal o Italia, sumar de cara a los retos que las megacorporaciones y élites europeas, en sumisión a la política exterior e intereses estadounidenses, han permitido hundir y condenar a Grecia a una situación de pobreza y bancarrota, golpes de estado en América Latina, la destrucción parcial del Amazonas y la configuración de un relato en la sociedad en el que no hay cabida para los derechos sociales porque pagar la deuda es un ejercicio de responsabilidad.

La otra cara de la moneda responde al conflicto territorial que tenemos en España con Cataluña y los diferentes sentimientos nacionales en donde ya la palabra nacionalidades aparece en la “sagrada” Constitución del 78. La situación es complicada, el sentimiento nacional ha despertado a la bestia de VOX y a mucha gente que movida por este sentimiento no ve otra salida a la situación actual que un “a por ellos”. Todo esto con el apoyo de PP y Cs que abogan por echar gasolina al fuego. Ignoran que la única solución pasará antes o después por un referéndum pactado. Sin embargo, el plan de país que ofrecen es cortoplacista. Porque si no fuera así, buscarían algo más que la confrontación. Ya lo dijeron politólogos y diversos periodistas “nadie ha creado más independentistas que Mariano Rajoy”.

La apuesta ha de ser valiente, un gobierno que defienda a las mayorías, que sepa tejer las relaciones rotas con el independentismo y que por una vez en cuarenta años de democracia tenga una política exterior propia capaz de crear un frente del sur de Europa y un puente de alianzas con las naciones hermanas de América Latina. Eso sí, siempre en una relación de tu a tu.