Opinión

La esperanza vence al miedo

Tras esos cuarenta años de larga noche y otros cuarenta de sonambulismo democrático nos encontramos en un contexto, donde estando las reglas de juego definidas por el capital financiero mundial, en el que el espacio de decisión de un Estado estará en manos de un gobierno progresista que puede garantizar la justicia social, los derechos humanos y una política económica sostenible. Estamos ante la esperanza frente al miedo.

El fracaso ideológico del neoliberalismo es la aparición de la ultra derecha. Ello está siempre asociado a la desigualdad que éste genera. La ultra derecha, aunque siempre es liberal y elitista, se mueve en otros términos como la discriminación o el señalamiento del penúltimo contra el último haciendo que una gran mayoría rechace este movimiento enfrentándose así al neoliberalismo. Lo cual, es evidente, que perjudica la consolidación del neoliberalismo en el ideario de la gente.

Sabiendo las limitaciones del Estado en esta red global financiera, el actual gobierno debe revertir el daño realizado al tejido social y, en definitiva, a la vida de la gente por el neoliberalismo, los recortes de Bruselas materializados por PP y PSOE en el artículo 135 de la Constitución y la falta de diálogo en los conflictos territoriales del país. ¿Cómo es posible que España, con su posición favorable en Europa, no se convierta en una puerta amiga de América Latina hacia Europa? ¿Por qué España no mantiene una correlación de fuerzas con su principal vecino Portugal? Hay periodistas que conocían mejor el nombre del presidente de Venezuela que el del vecino Portugal. Como dijo Pablo Iglesias hace poco “la seguridad se construye garantizando los servicios públicos, no con muros más altos”. Hay una batalla cultural que este gobierno debe ganar, convenciendo a una amplia mayoría de que un país son sus servicios públicos, pensiones, hospitales, educación, igualdad y justicia.

Para la batalla cultural, se le debe quitar la mordaza a la cultura. La represión a artistas, a la libertad de expresión, debe finalizar con el comienzo de este gobierno.

La libertad de expresión no es que un eurodiputado de la extrema derecha llame a un “levantamiento militar” para parar el gobierno progresista en coalición. No se entiende que dentro del marco europeo se permitan estos explícitos llamamientos a un golpe militar en España. Alguien debería actuar.

“Una derecha que en el año 2020 necesita hablar de ETA es una derecha que no tiene programa ni proyecto de país” (Pablo Iglesias). Estos días se han escuchado todo tipo de barbaridades por parte de la derecha y ultra derecha de este país. Una derecha que no sabe perder, no soporta no gobernar y considera ilegítimo un gobierno elegido democráticamente por la voluntad popular. El discurso que han mantenido ha estado fuera de toda alternativa, propuestas de programa, proyecto de país. Ha sido un “no nos ganaréis”. Un comentario guerra-civilista hecho en la cámara del Congreso de los Diputados. La búsqueda de ETA en el debate político, con el ejemplo introductorio del presente párrafo, demuestra como las tres derechas necesitan retomar una victoria de la democracia y los cuerpos de seguridad del estado porque, como decía, no tienen proyecto de país ni alternativa de gobierno.

La realidad es que gracias a que estamos en Europa los sueños golpistas de la extrema derecha para frenar un gobierno legítimo como es el actual no se pueden dar. Gracias a Europa, y los máximos tribunales de justicia europeos, la rancia élite jurídica de este país ha quedado en evidencia junto a sus portavoces políticos en las sentencias del Procés. Sin embargo, Europa necesita replantearse así misma en algunas cuestiones y tener voluntad propia, dejando la subordinación de sus estados miembro a las multinacionales y poderes fácticos. Quizás con un gobierno PSOE-UP haya más esperanza en que las relaciones con Europa , América Latina y el resto del mundo, así como las relaciones internas de nuestros pueblos y nacionalidades, consigan dar un salto en calidad democrática, justicia y derechos humanos.