Opinión

Los antisistema y los revolucionarios son ellos

Hay que asumir la derrota en gran parte del imaginario de la gente tras cuarenta años de políticas neoliberales. Véase como ejemplo los últimos veintitantos años de gobierno del Partido Popular en Madrid y aquella campaña electoral en la que se dijo lo de “que viene el lobo”, y con mucha razón, pero que no funcionó. ¿Y por qué no funcionó? Puede que uno de los motivos fuera que la sociedad madrileña no estaba en la misma onda que los que lanzaban el mensaje incluso aunque éstos tuvieran razón.

A partir de esta asunción, no podemos pensar en una transformación social de corte republicana y progresista si no partimos de que en la mentalidad de la gente, incluída de izquierdas, hay inercias capitalistas y neoliberales. Pero el error no es señalar a los culpables sino utilizar una dialéctica que transmita o permita al enemigo traducir a la población una idea de tabula rasa que asusta y provoca rechazo en ésta.

No regalar las instituciones al enemigo

El maestro y filósofo Carlos Fernández Díaz (CFL) explica en numerosas ocasiones como él y Luís Alegre han librado toda la vida una batalla con el marxismo clásico acerca de participar en política desde dentro del Estado «y no abandonar las instituciones al enemigo» (CFL). Ésto que parece muy trivial, no lo es. El no participar de las instituciones implica que se abandona y se regala a la derecha y al gran capital todo el funcionariado del Estado desde los jueces, cátedras universitarias, ejército, altos mandos policiales, fiscales y un sin fin de actores decisivos en el funcionamiento de la sociedad. Por lo tanto lo primero es utilizar una dialéctica que acompañe a las personas y sus problemas de hoy para acercarnos a las instituciones. Lo cual no implica renunciar, por ejemplo, a la Ley de Memoria Histórica o a sacar a los fusilados de las cunetas por la Guerra Civil sino plantear la batalla de forma que no sitúe a la izquierda en una posición de desventaja abismal porque enfrente tiene a todo el aparato institucional, mediático y económico; y no solo le van a aplastar sino que no va a poder convencer a una parte de esa mayoría progresista que ya parte de una mentalidad, por lo menos, liberal.

La oportunidad dialéctica: conservadores de los derechos y un orden verdadero democrático y republicano

La segunda parte de este texto, y en relación con el título del artículo, trata cómo este avance neoliberal de un sistema de crecimiento infinito en un planeta finito, ha provocado que los antisistema y revolucionarios que quieren acabar con los derechos ya conseguidos y de alguna forma, desregular todos los avances en materia de protección laboral, social y de salud que tanto había costado en el siglo XX; sean, en efecto, ellos. La derecha y ultraderecha junto con el capital financiero están dispuestos a hacer tambalear todos los contratos sociales a los que se había llegado en unas décadas atrás. Ésto da «la oportunidad de empezar a ejercer el rol de conservadores de los derechos ya conquistados» (CFL) frente a esta reacción neoliberal depredadora y perder el estigma de los que quieren hacer tabula rasa sin alternativa: el caos.

Dignificar sectores como la agricultura, la hostelería o facilitar la conciliación familiar, el descanso y la posibilidad de tener tiempo libre o la salud mental, la igualdad de género y la concienciación de cuidar nuestro planeta… pueden ser algunos de los reclamos de hoy en día que junto al relato, las instituciones y la batalla dialéctica adaptada éstos, son la punta de lanza para acercarnos a un “auténtico orden democrático republicano” (CFL).