Otro mundo es posible

Pacto de la Tierra, para este 22 de abril de cuarentena

Ahora más que nunca el día de la Pachamama, día de la Madre Tierra, debe cobrar el protagonismo que nunca ha tenido y que a través de los máximos agentes negacionistas del sector público como D.Trump o J.Bolsonaro, entre tantos otros, pretenden enmascarar las señales evidentes y tangibles que nos manda la naturaleza como los incendios de Australia, la terrible plaga de langostas en África que se acercaba también a Asia. Hay una peculiar, y comprensible, sensación de que el planeta está rejuveneciendo y sanándose gracias a esta cuarentena por como los animales vuelven a las ciudades o zonas habitadas por humanos donde antes ni se les escuchaba aletear o rugir. Sin embargo, los datos sobre el CO2 en la atmósfera no parece corresponderse con esta realidad. La acumulación de CO2 sigue creciendo y llegará a un nuevo máximo según el Centro de Investigación Atmosférica de Izaña, en Tenerife.

La biodiversidad protege al ser humano haciendo que cada especie y en su entorno se autoregulen. La interferencia del hombre en estos medios a través de la ganadería extrema, deforestación, desplazamiento de especies no hace más que reducir esa biodiversidad y demostrar como se afirma en el PNUMA (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) que hay un impacto directo entre la relación ser humano, animales y entorno con nuestra salud. Este programa menciona como cada cuatro meses aparece una nueva enfermedad infecciosa entre los humanos cuyo origen es del 75% animal.

La covid19 nos sitúa en un plano horizontal que no distingue entre clases sociales pues nos afecta a todos en tanto que el confinamiento y el parón de la economía ha sido mutuo. Si bien es cierto, que la desigualdad y los barrios más pobres y humildes siempre, siempre vana sufrir más en vidas y en materia económica que sus homólogos ricos.

En las zonas más desesperadas de la Ciudad de México, el agua no llega y la basura campa a sus anchas haciendo que a los problemas de pobreza y desigualidad que ensombrece el día a día de un pueblo hermano como es el mexicano, se suman las consecuencias de la pandemia a un ineficaz e injusto sistema estructural.

El aplauso de las 8 de la tarde debe transformarse en una conciencia colectiva por lo público en materia sanitaria pero no debe estancarse ahí. El modelo productivo basado en la extracción y super explotación de recursos para luego devolverlos como basura y desperdicios destruye ecosistemas, contamina ríos y océanos y mata a gente. El periodistra ambiental José Luis Gallego escribe sobre pararnos un instante a reflexionar antes de comenzar de nuevo la reactivación de la economía frente al discurso cortoplacista del “todo vale” y el “tiene que ser ya”.

Si los Nuevos Pactos de la Moncloa suponen un cambio en el sistema estructural y público real en la vida de los españoles inevitablemente debería corresponderse con un Pacto de la Tierra que ponga ataduras al frenesí neoliberal de los máximos agentes contaminantes y extractivistas sin escrúpulos que venden un relato del bienestar que se ha quedado sin argumentos, sin sustento reflejado en la crisis de la covid19.

No será un pacto transformador ni eficaz, aquel que no es capaz de cambiar nuestra relación con la Madre Tierra y el resto de especies con las que compartimos la naturaleza.